miércoles, 29 de marzo de 2017

Mariposas

Un día
tenés mariposas en la panza
y te despertas con el roce de una pierna
ajena,
con una carcajada estrepitosa
que no salió de tu garganta,
con dos tazas de café
sobre el mostrador de la cocina,
o con dos copas de vino vacías
que reposan desde la noche
y que esperan ser lavadas.

Y un día
la casa se llena de amigos
y vos
de un vacío existencial.

Las mariposas se fueron.

Y el tiempo pasa
y el cementerio de mariposas
renace
cómo el fénix.

Y todas ellas vuelven a revolotear,
libres,
porque esa es su escencia.

Ahora
otros dedos te tocan,
otras piernas te rozan.
Y las mariposas
impolutas
no se quieren ir.

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