martes, 21 de julio de 2015

Romeo y Julieta

Corría el 18 de noviembre de 1596 cuando Romeo y Julieta se dieron por enterados de su inminente boda. Sus familias se adoraban y sus padres, mejores amigos de toda la vida, habían decidido esta unión para, por fin, convertirse en familia. Se olvidaron de un pequeño detalle: Romeo y Julieta se odiaban a muerte desde el minuto en el que se habían conocido.
—Padre, os ruego que me comprendáis y canceléis el compromiso, haré cualquier cosa con tal de no casarme con el granuja de Romeo. —Rogó Julieta a su padre.
—Lo lamento hija, pero el trato se ha sellado y así se llevará a cabo. —Respondió su padre.
—Padre, os ruego que quitéis la desdicha de mis hombros y canceléis el compromiso con la vil Julieta. —Profesó Romeo, mientras tanto, a su padre.
—Lo lamento hijo, pero el trato se ha sellado y así se llevará a cabo. —Respondió su padre.
Ambos padres, al notar el descontento de sus hijos y la negación de llevar a cabo la boda, idearon un plan: harían que un cura amigo casara a los jóvenes sin que estén presentes. El plan se llevó a cabo tres lunas después del anuncio y los adolescentes, en el mismísimo momento en el que se enteraron que estaban casados, enloquecieron.

Esa misma tarde los mudaron a una casa que se encontraba exactamente en el medio de la de los Montesco y los Capuleto.
Cuatro lunas más pasaron y Romeo y Julieta se llevaban cada vez peor, cada vez el odio se acrecentaba más en ellos, por lo que ambos empezaron a trazar sus planes: asesinar al otro. Mientras Romeo de debatía sobre cuál sería el mejor método para eliminar a su esposa, Julieta se encontraba con el boticario comprando un frasquito de veneno.
El resto de la tarde pasó como si nada y Romeo, al vislumbrarse la noche, le presentó sus disculpas a Julieta, alegando no haber sido un marido ejemplar, y le propuso una tregua, que ella acepto encantada. Para celebrar su nueva relación Julieta se fue a preparar la cena.
Ambos cenaron tranquilamente y por cada sorbo de vino que bebía Romeo, Julieta sonreía a sabiendas de que la bebida se encontraba envenenada. La paz reinaba en toda la casa, esa paz que acontece al fin.
Romeo se puso de pie y se acercó a su mujer y, parándose detrás de ella dijo:
—La cena ha estado maravillosa, cariño, lástima que esta vaya a ser tu última comida. —Los ojos de Julieta se llenaron de asombro y en el momento que comprendió que Romeo se disponía a hacer lo mismo que ella, una espada empuñada por su marido le atravesó el estomago. Mientras la sangre se drenaba del cuerpo de su esposa, Romeo sintió la libertad de ser un hombre soltero, al menos por unos segundos, porque luego el veneno empezó a hacer efecto en él y comprendió que también sería su fin. Julieta murió con una sonrisa en su rostro y Romeo, sin aire en sus pulmones, se desplomó al lado de su "amada".
Cuando sus padres los encontraron muertos uno al lado del otro, con las manos tomadas y cubiertos de sangre, comprendieron la situación y se lamentaron con tristeza.
Para redimirse ambas familias le pagaron a un escritor para que contara la historia de sus hijos, aunque con algunos ligeros cambios. En la obra maestra que seria conocida como Romeo y Julieta los jóvenes no se odiaban, sino que los que se odiaban eran sus familias, y lo que los llevaba a la muerte era el amor y no el odio.

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