sábado, 18 de julio de 2015

El Conde Lucanor del Infante Don Juan Manuel: Análisis
Nos proponemos, como trabajo final de la materia “Literatura Española I” analizar una obra de las trabajadas en clase, en mi caso El Conde Lucanor. Para ello vamos a ordenar este trabajo en varios ítems: contexto histórico y social, el autor y su obra, estructura interna de un exeplo y opinión personal.
Contexto histórico y social:
En Europa, siglo XIV, nos encontramos en una época con marcadas crisis. Por un lado están en un periodo de guerras, brutales y destructivas, que tienen por objetivo la exaltación de la identidad nacional, como por ejemplo la guerra de los cien años; estos conflictos bélicos generan crisis económicas, por lo que la sociedad empieza a descontentarse. Por otra parte la peste avanza en todo el continente europeo, la población disminuye y los campesinos se ven favorecidos por las nuevas oportunidades de mejoramiento material; esto provoca que los Señores intenten proteger sus privilegios y, a causa de esto, se generan levantamientos sociales. A su vez la iglesia se empieza a alejar de los intereses espirituales populares, lo que da lugar a los primeros reformistas.
En castilla observamos un estancamiento económico y un esplendor cultural. Se enfrenta una crisis social a causa de, por un lado, la sucesión del rey, y, por el otro, la pérdida del poder feudal y el aumento del protagonismo burgués.
El autor y su obra:
El infante Don Juan Manuel nació en 1282 en Escalona. Fue instruido en las artes, tales como las letras, la guerra y la caza, formó parte de luchas de poder entre la nobleza y la monarquía, pero en sus últimos años se retiró de estas luchas y se dedicó a sus obras. Don Juan Manuel fue el primer autor en preocuparse por la transmisión de su obra y presenta varios rasgos antes nunca vistos, muchos de ellos agrupados en los prólogos.
El primer prólogo empieza con la siguiente frase: “Este libro fizo don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel (…)” Aquí vemos que Don Juan Manuel se declara como autor de este libro; esta utilización de la autoría se da a partir de Gonzalo de Berceo, el primer autor conocido de la literatura española. Al seguir con la lectura nos encontramos con una advertencia: si se encuentra un error es responsabilidad de los copistas, que a veces erran (esto es un recurso claramente nuevo) e incluso nos invita, en caso de encontrar errores, a verificarlos en el manuscrito original (guardado en un monasterio que él mismo mandó a construir para guardar sus obras); a continuación aparece, entonces, un ruego: que no lo culpen a él de los errores de los copistas. Esto también es un recurso nuevo, pues apela al lector, habla del libro como si, de la escritura, del lector y nos está queriendo decir que esto es, claramente, para ser divulgado. Siguiendo con la lectura del prólogo nos encontramos con otro recurso nuevo: la bibliografía; Don Juan Manuel nos nombra, uno por uno, los libros que por él fueron escritos.
En el segundo prólogo Don Juan Manuel nos escribe que no somos todos iguales, puesto que si bien todos tenemos bocas, ojos y narices, somos diferentes, aunque nos asemejamos en que todos aprendemos mejor aquellas cosas que más nos gustan. Agrega, además:“(...) yo, don Johan, fijo del infante don Manuel, adelantado mayor de la frontera et del regno de Murçia, fiz este libro compuesto de las más apuestas palabras que yo pude” Aquí vemos el uso del “yo” y una clara intención creadora, un trabajo de escritura, puesto que ha elegido “las más bellas palabras que ha podido”. Siguiendo con la lectura nos encontramos con una comparación que hace el autor de El Conde Lucanor entre los exemplos y la medicina, de esta manera nos dice que aunque no entendamos el exemplo, tendrá una repercusión dentro de nosotros.
Terminado de con los prólogos iremos avanzando un poco con su estructura. Este libro de exemplos está escrito en prosa, por lo tanto intentaremos profundizar un poco cómo es que fué avanzando la historia de la prosa castellana. En la unidad anterior estuvimos trabajando con literatura en verso. Sabemos que en los siglos anteriores eran populares los cantares de gesta y que la literatura escrita era sólo un apoyo para la oralidad, no se pensaba en un lector, sino en un oyente; esto provocaba algunos defectos en la narración, defectos que pasaban desapercibidos a causa de la audiencia, cuya exigencia era la emoción momentánea. Dejando el siglo XII nos encontramos con las primeras apariciones de la prosa, tanto en documentos notariales como jurídicos. Poco a poco la prosa avanza, a medida que la población empieza a aprender a leer, y va ganando autoridad, dignidad y reconocimiento. Alfonso X, también conocido como Alfonso el Sabio, promovió la prosa castellana y contribuyó a su conformación, ayudando desde su sintaxis hasta su distribución; se preocupó en constituir un “castellano “derecho” que sirviera como un vehículo de unificación y se convirtiera en lengua de cultura equiparable al latín.
Don Juan Manuel toma de Alfonso la utilización del idioma castellano de forma didáctica (“este libro fizo don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel, deseando que los omnes fiziessen en este mundo tales obras que les fuessen aprovechosas de las onras et de las faziendas et de sus estados, et fuesen más allegados a la carrera porque pudiessen salvar las almas.”), de esta manera permite que los no letrados puedan comprender, o al menos intentar, leer sus obras (“Dios sabe que lo fizo por entençión que se aprovechassen de lo que él diría las gentes que non fuessen muy letrados nin muy sabidores”); aunque le da un acento más personal y reflexivo que el que le dio Alfonso X. Notamos, en su forma de escritura, un estilo propio: frases densas cargadas de intención y precisión, cuyas palabras fueron cuidadosamente elegidas; muy diferente sería el estilo de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, cuya escritura era más efusiva, verbosa y espontánea, con oraciones que acumulaban frases y palabras equivalentes.
El Conde Lucanor es el primer texto español narratológico en prosa y en él podemos observar que todavía no hay una sintaxis bien regulada, en la que la ortografía todavía no está definida y no hay un rigor gramatical, puesto que las reglas no estaban todavía bien definidas, se estaba empezando a formar el idioma castellano escrito y por ello notamos, todavía, rasgos de oralidad. Se ve un arte narratologico, que es algo tosco, hasta incluso la misma palabra está escrita de diferentes maneras en distintos momentos.
En este libro el papel que juega la mujer es de dependencia e inferioridad, aunque se muestra con una tierna y callada influencia en el hogar. La procedencia de las historias que le cuenta Patronio al Conde Lucanor tienen diferentes orígenes: fábulas latinas clásicas, parábolas evangélicas, colecciones de exemplos de la orden dominica, crónicas latinas, faiblaux franceses, cuentos folclóricos (principalmente de origen oriental), etc. Vemos, también, que dentro de las historias que decide incluir Juan Manuel en su obra no se encuentra ninguna de carácter libertino, porque su rígida moral no lo permitió. Por último destacamos su originalidad en la independencia del relato, que logra separar la aplicación moral de la reflexión filosófica.
Estructura interna de un exeplo:
Para hacer el análisis de un exeplo elegí el número XI: De lo que contesçió a un deán de Santiago con don Illán, el gran maestro de Toledo.
Este exeplo empieza con la siguiente frase “Otro día fablava el conde Lucanor con Patronio” aquí vemos la fórmula que utiliza Don Juan Manuel en los exemplos que hemos leído para la clase: Lucanor acude a Patronio en busca de consejo y este le responde con alguna historia que le deja una moraleja que luego utilizará para resolver su problema.
El exeplo continúa con Lucanor contándole el inconveniente que lo lleva a hablar con él, y esto se dá a través de una línea de diálogo, cosa que le proporciona corporeidad a los personajes. En este mismo párrafo contamos la palabra “et” doce veces, es cuando confirmamos lo que nos dice Lapesa “en los más antiguos textos en prosa, la repetición de et es excesiva”.
Cuando Patronio comienza a contarle la historia al Conde, “(...) en Sanctiago avía un deán que avía muy grant talante de saber el arte de la nigromançía (...) Observamos el inicio del relato enmarcado en su forma más simplificada, puesto que en la historia marco nos encontramos linealmente con dos personajes: el Conde Lucanor y Patronio; siempre se repite la misma acción: el Conde acude a Patronio porque tiene un problema concreto (siempre de carácter moral), a lo que Patronio responde contándole una historia (“para que vós fagades en esto lo que vos devedes, mucho querría que sopiésedes lo que contesçió a un deán de Sanctiago con don Illán”), luego le destaca la enseñanza de la historia y finalmente Lucanor dice que el exeplo fue bueno y agrega unos versos finales (que vendrían a ser una moraleja).
El Infante nos va a relatar, con la voz de Patronio, un cuento utilizando un lenguaje sencillo y conciso; utiliza pocas descripciones, pero las pocas que aparecen son contundentes. Nos va a presentar, en primer lugar, a un Deán que aspira a ascender dentro del sistema de la iglesia y para ello visita a Don Illán en Toledo que practica la nigromancia con la esperanza de que este le enseñe. Ya la mención de la magia nos deja expectantes y abiertos a que suceda algo fantástico. El relato continúa y, luego de que ambos terminaran de comer y el Deán le confesara cual era su objetivo, Don Illán accede a enseñarle el arte de la magia negra, por lo que deben retirarse a un cuarto alejado; antes de retirarse Illán manda a su criada a que maté dos perdices pero que no las cocine hasta que él mismo le avise (“llamó a una mançeba de su casa et díxol’ que toviesse perdizes para que çenassen essa noche, mas que non las pusiessen a assar fasta que él gelo mandasse.”) Este es el quid de la cuestión: las perdices, pero lo veremos un poco más adelante.
El Deán y Don Illán bajan unas escaleras tan largas que parecía que estuvieran debajo del río Tajo, y una vez que se sientan y empiezan a ver qué libros va a utilizar entran dos hombres que le comunican al Deán que su tío, arzobispo, está muy enfermo y debe ir a visitarlo. Hasta aquí todo lo ocurrido se cuenta con mucho detalle.
Pasan varios días y, mientras Don Illán le enseña la nigromancia al Deán, el tío de éste muere, convirtiéndose el Deán en el nuevo Arzobispo; tras la noticia Illán le pide que convierta a su hijo en el nuevo Deán, pero este se excusó diciendo que el puesto se lo debía a su hermano pero que por favor se mudaran, él y su hijo, con él a Santiago, donde debía tomar el cargo de arzobispo, y allí le daría un puesto importante. Don Illán acepta.
Tras un tiempo se le ofrece al Arzobispo un obispado, a lo que Illán le pide el puesto de arzobispo para su hijo y vuelve a suceder lo mismo que antes, se niega y ellos se mudan con el nuevo Obispo a Tolosa. Otros años pasan y el Obispo es ascendido a Cardenal y la escena se vuelve a repetir: Illán pide un puesto para su hijo, que le es dado a otro, el nuevo Cardenal le promete un puesto importante en su nuevo lugar y se mudan. Finalmente se le ofrece al Cardenal el puesto de Papa y cuando Illán acude para que este le de un lugar a su hijo como Cardenal, el nuevo Papa respondió que “si más le afincasse, quel’ faría echar en una cárçel, que era ereje et encantador, que bien sabía que non avía otra vida nin otro ofiçio en Toledo, do él moraba, sinon bivir por aquella arte de nigromançía.” Illán ofendido se fué y el nuevo Papa no quiso ni darle un plato de comida para el viaje, por lo que “Illán dixo al Papa que pues ál non tenía de comer, que se avría de tornar a las perdizes que mandara assar aquella noche, et llamó a la muger et díxol’ que assasse las perdizes.
Volvemos al principio del cuento, donde Illán habla con la criada sobre la cena y nos damos cuenta de que todo fue un hechizo para saber las verdaderas intenciones del Deán. Empezamos a notar las cosas que con anterioridad no habíamos notado, como el ascenso veloz del Deán, o el consentimiento repetitivo de Don Illán de acompañarlo hacia a donde vaya. Desde un principio nos habían mencionado la magia, pero no la habíamos notado hasta el final del hechizo, y sólo la mención de las perdices nos trae al presente, donde Illán echa al Deán sin darle de comer, puesto que el tampoco lo hubiera hecho por Illán.
Vemos, además, el uso del tiempo, primero detallado y a medida que avanza el relato el tiempo empieza a correr más rápido. Un cuento maravilloso en donde se representa dignamente la ciclicidad.
El cuento de Patronio llega a su fin y este le recomienda al Conde que no haga negocios con aquel amigo suyo, a lo que Lucanor responde con su típica frase “El conde tovo esto por buen consejo, et fízolo assí, et fallósse ende bien.”
Para cerrar el cuento el Conde Lucanor nos propone dos líneas, que personalmente me hace acordar a las jarchas (infaltables en el Zéjel) porque en este caso, estas lineas finales, son infaltables en los finales de cada exemplo de Don Juan Manuel:


Al que mucho ayudares et non te lo conosçiere,
menos ayuda abrás de’l desque en grand onra subiere.”

Opinión Personal:


Personalmente fué un libro que realmente me gustó y disfruté. El hecho de que esté en un español antiguo provocó que en un principio me costara avanzar, pero luego de acostumbrarme fue bastante ameno. Los exemplos que se presentan son muy buenos y reúne historias variadas, que tienen su base en la moral, el honor y el estado.

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